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Sobre el Orgón

ORGÓN, palabra que trágicamente fue destinada a servir de límite a lo inconmesurable. El cúmulo de las pasiones humanas, un punto de referencia con el universo, el punto transitivo entre alma, pensamiento y sueño.
El Orgón ha estado ahí desde siempre; tanto, que hemos mil veces olvidado su nombre: en un tiempo se llamó Poética, Catarsis, Musa, Parnaso... (el Orgón es vórtice de la poética, causa de la catarsis, sangre de musa y requisito para el Parnaso).
Concepto fraguado en las entrañas de sí mismo, el Orgón se da a buscar, es una clave detectivesca, una pista a algo más grande, algo ultraterreno y sublime ¿el verdadero Poema? ¿la Literatura, al fin?
Busquemos. Hagamos el escrutinio del mundo, de la mente, el alma, la pasión; busquemos el Orgón en la húmida corteza de un árbol o en las llamas más oscuras del infierno. Experimentemos.
La Historia y la Literatura son un mapa macroscópico de útiles y hermosos errores, respectivamente. Erremos el camino siguiendo los pasos de nuestros padres. O su rastro de sangre. Tratemos —como lo hemos hecho siempre— de agotar los temas, las formas, las perspectivas, el color y las palabras. Sabemos que la Literatura solapa una verdad más grande, y que debemos destruir una para descubrir, o por lo menos acercarnos, a la otra.

Intentemos a fuerza de violentar, experimentar, romper y roer las letras, abrazar el verdadero sentido de las formas, adornos, modas y vaivenes: el subyacente y fatal Eje Omnipresente Universal, un impulso inexplicable, cuyo heraldo, el Orgón, dibuja con su toque ocasional, con su andar peregrino, parsimoniosamente, las venas del alma, los caminos erráticos de la razón, las vías atrayentes al abismo de oscuridad o a la luz inefable.
Carlos Pacheco

París, 27 de septiembre de 1999


1 comentarios:

  1. Okko

    no mames, ke denzel washington con todo y oscar...

     

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